¡Ante la duda, sonríe!

23, diciembre, 2012 / Bienestar / Sin comentarios

Si no empiezas el día con una sonrisa aún estás a tiempo de ensayar una para mañana. ¿A qué estás esperando? Sí, porque sonreír es la segunda mejor cosa que puedes hacer con tu boca. Y además, como dice un sabio proverbio, la risa es la mejor medicina. ¿Quién puede negarlo?

Una sonrisa es un pasaporte que abre todas las fronteras. ¡Sí, más que el inglés! Ya que la sonrisa es el lenguaje universal, el idioma universal de los inteligentes.
Si observas a tu alrededor y te fijas, verás que las personas optimistas atraen cosas buenas a su vida, y seguramente, los pesimistas no salen del círculo de sus problemas. Tomarse la vida con pensamientos optimistas favorece a todo mundo. ¡Y lo mejor de todo es que es gratis! Hoy queremos profundizar en la sonrisa, un gesto tan fácil y tan difícil a la vez.

Son muchos los autores que han hablado sobre el tema. Elbert Hubbard decía “no te tomes la vida en serio, no saldrás de ella con vida”. Mientras que Richars Whately expone que la felicidad no es cosa de risa. Y para uno de los grandes, Antonio Gala, la felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante.
Raplh Waldo Emerson sostiene que “la felicidad es como un perfume, no puedes verterlo sobre los demás sin derramar una gotitas sobre ti mismo”.

Ante la duda, sonríe siempre. Porque cuando somos felices no notamos si es invierno o verano (Anton Chekbor). Según Robert Louis Stevenson “no hay deber más subestimado que el deber de ser feliz”

Según Margaret Lindsey las cosas pequeñas son las más valiosas, una palabra tranquila, un libro, una sonrisa. Y se escucha que el secreto de la felicidad es admirar sin desear, ¡algo no tan fácil de conseguir!

“El mundo es como un espejo ¿ves? Sonríe y tus amigos te devolverán la sonrisa”, declara un proverbio Zen y Lope de Vega añade con más gracia que “a nadie se le dio veneno en risa

Y es que ya se sabe, es imposible sonreír por fuera sin sentirse mejor por dentro. Lo corrobora nuestra lógica corporal, ya que usamos setenta y dos músculos para fruncir el ceño, pero sólo trece para sonreír. Así pues, la vida es corta pero una sonrisa solo precisa un segundo.
No lo olvides nunca: si quieres aguarle la fiesta a un cascarrabias, sonríele.

Y recuerda, como dice Justine Milton,  ¡nunca frunzas el ceño, no sabes quién podría estar enamorándose de tu sonrisa!

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