Los excrementos de los perros podrían transmitir un parásito que afecta a los ojos de las personas
17, agosto, 2020 / Mirada particular, Salud Ocular / Sin comentarios
Muchas personas, a causa de la pandemia, optarán por pasar las vacaciones en la ciudad y los parques urbanos serán uno de los lugares más frecuentados sobre todo por las familias con niños pequeños. Pues resulta que las autoridades sanitarias advierten que los excrementos de los perros podrían ser portadores de diferentes parásitos intestinales que podrían conllevar graves consecuencias en los ojos y en el organismo de las personas.
El más conocido y frecuente es el Toxocara canis, un parásito que llega a nuestro organismo cuando se ingiere una larva de algún entorno contaminado con heces de perros infectados. Una vez dentro del organismo, su desarrollo puede ser muy peligroso. Esta parasitosis se da con mayor frecuencia en los niños ya que el juego en los parques y en la arena suele favorecer el contacto estrecho con los excrementos depositados en parques y jardines.
Según expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona, se calcula que entre un dos y un diez por ciento de los perros pueden estar infectados de Toxocara canis. Aunque, según estudios realizados en parterres y arenas de parques urbanos españoles, la prevalencia es muy baja porque la humedad relativa no es suficiente para que el parásito desarrolle su ciclo vital.
Según explican los expertos de la Autónoma, el ser humano no es el destino final de este parásito y por eso cuando la larva entra en nuestro organismo está confusa y acaba en órganos vitales de gran relevancia como son el cerebro, los riñones, el corazón, los pulmones, el hígado o los ojos.
La larva migrans ocular daña el polo posterior del ojo, por debajo de la retina, y puede producir complicaciones como uveítis, endoftalmitis, desprendimiento de retina, hemorragia vítrea, también puede afectar al nervio óptico causando como secuela una atrofia óptica. Los síntomas suelen afectar a un solo ojo y consisten en pérdida de visión, dolor ocular y aparición de estrabismo o diplopía (visión doble).
Para evitar la proliferación de estos parásitos caninos, la responsabilidad y la higiene son fundamentales. Por un lado, los dueños de los perros deben de responsabilizarse de retirar y eliminar de forma inmediata los excrementos de parques y jardines. Y, por otro lado, se deben lavar -siempre- las manos de los niños después de haber jugado en zonas de riesgo y así evitar la infección.