¡Qué bien sienta llorar!

13, mayo, 2020 / Salud Ocular / Sin comentarios

Ciertamente, sólo nos acordamos de las lágrimas cuando lloramos, ya sea de tristeza o de felicidad. Incluso, en más de una ocasión, nos ponemos a llorar sin saber por qué. Las lágrimas no sólo sirven para expresar nuestras emociones sino que también cumplen una serie de funciones muy importantes para nuestro organismo y, en concreto, para el bien de los ojos. No debemos sentir vergüenza por llorar porque no sólo hace que nos sintamos mejor sino que también nuestro cuerpo, realmente, lo necesita.

Para verlo todo más claro

Las lágrimas están compuestas por agua, enzimas, lípidos, metabolitos y electrolitos, son segregadas por las glándulas lagrimales (alrededor de 1 ml. al día) y salen cada vez que parpadeamos. Están estructuradas en tres capas diferentes: una de interna que es la que la mantiene pegada al ojo, una intermedia más acuosa que se encarga de la hidratación y protección ocular y, finalmente, una de externa más grasa que permite que la lágrima se deslice y se pueda ver a través de ella.

¿Cuál es la principal función de las lágrimas? Proteger la superficie de la estructura del ojo, en concreto, de la córnea. Pero también nos permiten ver con claridad ya que mejoran la calidad refractiva de la superficie ocular y nos protegen de infecciones al eliminar los microbios, el polvo, las sustancias irritantes y otras partículas ajenas.

Las lágrimas mantienen la humedad y evitan uno de los mayores peligros para nuestra salud ocular que es el ojo seco. Factores como el embarazo, la menopausia o pasar muchas horas delante del ordenador, pueden provocar que la glándula lagrimal reduzca la producción de lágrimas.

Los ojos han de estar húmedos constantemente, de ahí la razón por la que pestañeamos. Al hacerlo, los párpados impiden que el aire seque los globos oculares. Del mismo modo, al dormir los ojos descansan y se humedecen, ya que, al tener los párpados cerrados, evitamos que el aire exterior los reseque.

El 25% se evapora

Cuando se producen factores como un cambio de temperatura o un cuerpo extraño en el ojo, los nervios sensitivos informan al cerebro de estas agresiones externas. Y se pone en marcha la producción por parte del sistema nervioso vegetativo (no consciente) de la lágrima.

La lágrima, una vez creada, avanza hasta el ángulo interno del ojo para continuar por el conducto lagrimal hasta la nariz. Una vez ha cumplido con su misión, es drenada hacia el sistema lagrimal, evaporándose en el aire cerca de un 25%.

Así pues, llorar no solo es normal y natural sino que también es sano y necesario. Aunque recordamos que en el contexto actual con la COVID-19, hay pruebas científicas que demuestran que una de las puertas de entrada del virus en el organismo es a través de las lágrimas. Así que hay que seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y seguir todas las medidas de prevención establecidas.

 

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