Presbicia, el mal común de los 40
14, octubre, 2019 / Salud Ocular / Sin comentarios
Si notas que necesitas sostener a una distancia equivalente a los brazos extendidos, los libros, revistas y demás materiales de lectura, o cuando haces trabajos que requieren ver a corta distancia -bordar o escribir a mano- sufres dolores de cabeza, cansancio en la vista o te sientes fatigado; lo más probable es que estés empezando a notar los efectos de un proceso de degeneración natural del ojo: la presbicia.
¿Es inevitable?
Para poder enfocar los objetos cercanos, el cristalino -la lente natural del ojo que permite enfocar las imágenes a diferentes distancias- varía su forma y, con ello, su potencia óptica (podría decirse que es como el «zoom» de una cámara fotográfica). La presbicia o vista cansada es un defecto refractivo que se debe a la pérdida de elasticidad del cristalino que se va volviendo más rígido y reduce de forma progresiva su capacidad de contracción (acomodación), provocando dificultades para ver de cerca con nitidez.
Se trata de un proceso de degeneración natural del ojo que se manifiesta, generalmente, a partir de los 40-45 años. Por tanto, la vista cansada –igual que la catarata (pérdida de transparencia del cristalino)–, se produce por el envejecimiento de esta estructura indispensable para una visión nítida. Esto es diferente del caso del astigmatismo, miopía e hipermetropía que se relacionan con la forma del globo ocular y se originan por factores genéticos y ambientales. Por eso, es importante revisar la visión de forma periódica (controles anuales), especialmente a partir de la cuarta década, cuando suelen aparecer los síntomas habituales de la vista cansada y empiezan a gestarse otras enfermedades oculares propias de la madurez.
¿Qué podemos hacer?
La presbicia no se puede prevenir porque está ligada al proceso degenerativo del ojo que, como otras partes de nuestro organismo, evoluciona con la edad. A medida que progresa la presbicia, su impacto en el día a día suele intensificarse, aunque también se dan episodios intermitentes en los que algunos pacientes parecen mejorar y recuperar su capacidad de enfoque para volver a empeorar después. La corrección más común consiste en gafas bifocales – combinan la visión de lejos (zona superior de la lente) y de cerca (zona inferior)- o progresivas (PAL) – cambian progresivamente la graduación para corregir tanto la visión cercana, como intermedia y lejana. Como alternativa, también pueden utilizarse lentes de contacto, que deben adaptarse de forma individualizada en cada paciente.
Debido a que el lente humano cristalino continúa cambiando durante el período de envejecimiento, la receta necesaria para la presbicia también deberá cambiarse con el tiempo. Es muy posible que su optometrista u oftalmólogo le recete una corrección mayor para los trabajos de cerca, según sus necesidades.