¿Las emociones están en el estómago?
12, septiembre, 2014 / Mirada particular / Sin comentarios
El cerebro y el sistema digestivo están conectados y se envían mensajes nerviosos: un problema psíquico puede causar un trastorno digestivo pero una buena digestión puede contribuir al equilibrio mental. Seguramente lo has experimentado más de una vez: si estás nervioso no digieres tan bien y si comes bien realmente te sientes mejor. ¿Quieres sabes más?
La sabiduría popular y antigua ya lo demuestra con algunas expresiones que revelan que conectamos las emociones con el vientre. Utilizamos los intestinos para resolver conflictos «haciendo tripas corazón». Podemos tener «estómago» para aguantar desaires e desprecios. Tenemos «hígado» para enfrentarnos a los problemas, segregamos «bilis» para digerir injurias o nos «cagamos» de miedo.
También podemos tragar no sólo alimentos sino también cargas psicológicas, enojos, ofensas, preocupaciones, situaciones difíciles de digerir, que se nos pueden atravesar. Existen situaciones que «hay que comerse», que nos hacen sentir «un nudo en el estómago», que «nos revuelven las tripas» y que hacen que nos volvamos unos «amargados».
Así que parece normal que se haya visto que los pacientes que manejan mal sus emociones o que tienen dificultad para identificarlas y expresarlas sufren más problemas digestivos.
Además, no es extraño que en medicinas tradicionales orientales como la china, la japonesa, el ayurveda, el centro de control corporal se sitúe en el vientre. Es desde aquí donde se regula el equilibrio del cuerpo para estar de pie o sentado, pero también el equilibro psicológico.
Las buenas digestiones son signos también de cabeza despejada y psique equilibrada. Comer bien y defecar a gusto favorece el equilibrio mental. Asimismo, los estados de ánimo repercuten en la parte digestiva.
Comer bien es un ritual de salud
¿Qué valor otorgas al acto de comer? Puede ser un simple trámite o convertirse en un acto ritual trascendente. Aquí te proponemos 3 consejos para saborear la comida como se merece:
- Considerarla una fiesta: darse el tiempo de preparar los alimentos, cocinar, poner la mesa y convertir el acto de comer en un ritual, lo que incluye también fregar los platos y recoger. Cada comida puede convertirse en una pequeña o gran fiesta.
- Mejor en compañía: se puede comer solo o acompañado, en ambos casos la experiencia es satisfactoria. Se ha demostrado que las comidas familiares proporcionan ayuda psicológica y ayudan a resolver conflictos emocionales. En general, parece que la gente que come sola es más vulnerable a los problemas emocionales.
- Agradecerla: es bueno recolectar los que se come o agradecérselo a quien lo ha hecho por nosotros.
¿Te has fijado que el sistema digestivo y el cerebro guardan una gran similitud de forma?