El secreto está en la mirada
09, octubre, 2019 / Mirada particular / Sin comentarios
Disponemos de muchas formas para decir las cosas sin articular palabra. Cualquier parte de nuestro cuerpo sirve para que nos podamos comunicar, pero es la mirada la que mayor poder tiene en el lenguaje no verbal. Podemos mentir con las palabras, ocultar un sentimiento, pero es muy complicado esconder algo porque resulta que la mirada es el espejo del alma.
El contacto visual directo tiene un gran potencial, un buen comunicador sabe que es fundamental. Con solo una mirada podemos hacer ver el interés que tenemos en hablar con alguien, saber si una conversación es seria y creíble o, incluso, detectar el nivel de confianza que existe entre dos personas.
En el ascensor
Cuando nos subimos en un ascensor con un vecino al que apenas conocemos, lo más habitual es que dirijamos la mirada hacia la puerta. En un espacio tan reducido tratamos de sentirnos lo menos invadidos posible y miramos hacia la salida para no sentirnos tan violentados. Este efecto aumenta cuando estamos con varias personas, evitaremos a toda costa tener un contacto visual directo y prolongado.
En las conversaciones incómodas
Cuando sentimos vergüenza sobre algo que estamos contando, lo más habitual es que intentemos evitar la mirada de las personas con las que estamos hablando. Es una reacción similar a la que tiene un niño pequeño que se tapa los ojos cuando no quiere ser visto. Una buena forma de gestionar este tipo de conversaciones es mantenerlas mientras se hace alguna otra cosa, como pasear o lavar los platos, porque sentiremos a la otra persona cerca pero no percibiremos su mirada sobre nosotros.
Mira cuando escuches
La verdad es que miramos mucho más cuando hablamos que cuando escuchamos. Y es algo lógico. Cuando hablamos buscamos el contacto visual para resultar más convincentes, pero no debemos olvidar que también es importante hacer entender a la gente que se le está prestando atención cuando habla. La comunicación es un proceso habitualmente bidireccional, por lo que se resultará más convincente, dialogante y fiable cuando la otra persona sienta que está resultando interesante su conversación.
Todos no miramos igual
Hay miradas que matan y otras que enamoran. En un grupo más o menos numeroso, ni tenemos todos el mismo papel, ni los diferentes interlocutores despiertan el mismo interés. Miramos más a las personas que nos interesan y menos a los que no nos llaman la atención. Nuestra mirada indica mucho sobre nosotros y nuestra forma de ser. La gente extrovertida mira mucho a los ojos, mientras que alguien más reservado tratará de ocultar su mirada con mayor asiduidad.